"Cada vez que te emborrachas, te separas de las cosas que más te importan" es el eslogan que la Federación de Ayuda contra la Drogadicción ha lanzado en su nueva campaña para prevenir el uso y abuso de alcohol entre los más jóvenes.
Y es que el alcohol es la droga que más estragos está causando entre los adolescentes y jóvenes, ya que su fácil accesibilidad, el ritual social que se ha instaurado a su alrededor (socialización/fiesta) y vivir en una cultura en la que beber, ya sea en casa o en una reunión, resulta algo totalmente cotidiano, ha hecho que sea la droga más consumida por los jóvenes.
En muchas ocasiones el aprendizaje se realiza dentro del núcleo familiar, por ejemplo, en Asturias, el ofrecer el final de un "culín" de sidra a un niño parece algo inofensivo para algunos padres poco informados.
Las estadísticas apuntan que entre el 15% y el 20% los escolares ya tiene un consumo regular antes de los 12 años, y un 5% tiene un consumo excesivo o de riesgo. Con la edad los porcentajes van aumentando y, a los 18, el 40% ya son bebedores excesivos.
El consumo excesivo entre adolescentes y jóvenes está ligado al fin de semana, provocando gran número de borracheras que muchas veces no son casuales, sino que han salido a emborracharse, según ellos mismos manifiestan.
Hace años la embriaguez juvenil formaba parte de cierto rito iniciatorio, pero socialmente había un rechazo hacia las borracheras repetidas. Quizá la preocupación social y familiar hacia las drogas ilegales haya desviado la atención del abuso del alcohol y se haya llegado a una situación de tolerancia y permisividad excesivas, a la vista del incremento en el número de borracheras. Por no hablar de la frecuencia de los comas etílicos, situaciones excepcionales hace unos años, causantes de gran conmoción familiar y que ahora parece formar parte del riesgo de salir de fiesta. El abuso del alcohol se ha trivializado, como si fuera algo normal con lo que los padres debemos contar, obviando que constituye el problema más importante entre los jóvenes y que es la llave para el inicio en el consumo de otras drogas ilegales.
El primer consumo no es producto de una decisión personal asumida, sino que suele darse en un contexto social o grupal. En estas ocasiones se tiende a hacer lo que los demás esperan que uno haga.
Como siempre, la familia es una parte muy importante en la prevención del consumo de alcohol. Pocos padres pueden ser tan ingenuos para creer que porque su hijo comience a beber a los 13-14 años no le va a pasar nada y tiene que "aprender a beber". Pero también es cierto que, tal como está organizada la sociedad de consumo, es muy difícil escapar a la influencia del grupo.
La escuela es el lugar ideal para realizar la labor de prevención, y siempre antes de que haya aparecido el problema. No podemos esperar a los 13 años para darles una charla sobre alcohol, ni se debe hacer así. Intervenciones pequeñas pero constantes y longitudinales, desde los 8 años y adecuándose en cada momento a la edad de los niños.